Siete Años De Mala Suerte

Diego ArGo
4 min readJun 28, 2021

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Despierto.

Me levanto. Directo hacia el baño.

Me baño. Me seco. Me visto.

Desayuno. Leo el resumen noticioso.

Me lavo los dientes.

Me marcho.

Regreso.

Duermo.

Despierto.

Me levanto. Directo hacia el baño.

Me veo en el espejo.

Me baño. Me seco. Me visto.

Desayuno. Leo el resumen noticioso.

Me lavo los dientes.

Me marcho.

Regreso.

Duermo.

Despierto.

Me levanto. Directo hacia el baño.

Me veo en el espejo. Me pierdo en la mirada grisácea que emiten… ¿mis ojos?

Me baño. Me seco. Me visto.

Desayuno. Leo el resumen noticioso.

Me lavo los dientes.

Me marcho.

Regreso.

Duermo.

Despierto.

Me levanto. Directo hacia el baño.

Le tengo un poco de miedo al espejo, pero…

Me veo. Me pierdo en la mirada grisácea que emiten sus ojos.

Le digo que no dejaré que domine mi vida.

Me baño. Me seco. Me tiemblan las manos.

Me visto.

Desayuno. Leo el resumen noticioso.

Me lavo los dientes.

Me marcho.

Regreso.

Duermo.

Despierto.

Me levanto. Directo hacia el baño.

Evito el espejo, pero sé que me mira.

Siento su presencia como un espinazo en la parte baja del cuello. Lo ignoro.

Me baño. Me seco. Me visto.

Miro de reojo y ahí está. A los lejos.

Desayuno. No leo nada.

Me tiembla el cuerpo entero.

Me lavo los dientes… en la cocina.

Me marcho.

Regreso.

Me cuesta mucho dormir.

Duermo. Creo.

Despierto.

No me levanto.

La puerta del baño está entreabierta.

Siento su presencia desde el espejo.

Me levanto. Directo a otro lado.

Me marcho.

Regreso.

Me asomo.

Ahí está. Dormitando.

Así que tal vez no va asesinarme mientras duermo.

Cierro la puerta.

No duermo nada.

Me quedo mirando ahí, donde habita.

Me levanto. Directo al baño.

Decido afrontarlo. Miro directo al espejo. No hay nada. Respiro.

¿Se habrá ido? ¿Salió? ¿Habitará en otro lugar?

No.

Regresa. De mirada gris y completamente inmóvil. Desvío la mirada.

Me baño. Me seco. Me visto.

No desayuno. No leo.

Me marcho.

No regreso.

Intento consolarme con la idea de que se aburrirá.

Me dejará en paz.

Visito a mamá. Me quedo con ella.

Después de tanto, lo logro.

Duermo.

Despierto.

Me levanto. Directo hacia el baño.

Me sobresalto.

Está en el espejo cuadrado de mamá.

Su mirada gris desprende una furia que no le había visto antes.

Trato de pedirle perdón, pero no logro decir nada. Me da frío. Lloro un poco.

Pero entiendo.

Me baño. Me seco. Me visto.

No tengo a donde ir, así que me quedo. Le pido a mamá que se quede también.

Me dice que tiene muchas cosas que hacer, pero que puedo acompañarla. No.

Ya no sé a dónde ir, pero no me puedo permitir dejarle ahí.

¿Y si le hace daño a alguien?

¿Y si me hace daño a mí?

Le temo a cualquier reflejo.

Arrinconado en la pequeña sala, dormito.

Despierto.

Mamá no ha regresado. Anochece.

Decido hablar. Decirle lo que pienso.

Me levanto. Directo hacia el baño.

Tiemblo.

Le digo: estoy harto. Déjame en paz.

Se ríe. Nunca había visto su sonrisa. Es aún peor que la mirada gris.

Se marcha. Sé que va a regresar.

Lloro.

Llega mamá.

Lloro en silencio.

Duermo. Sueño con que hacemos las paces.

Que ha decidido dejarme y que he aprendido la lección.

Despierto.

Sé que no hay lección.

Mamá dice que es mejor que regrese a casa. Que ya han pasado varios días.

¿Varios días? pregunto.

Sí. Varios días.

No quiero.

No se lo digo pero tengo miedo.

Regreso.

Está en cualquier reflejo.

En la ventana.

En el agua.

En las cucharas y en las ollas.

En la pequeña televisión.

En las fotografías.

En el espejo.

Me quedo mirando. No ha vuelto a sonreír. Está ahí, con su mirada gris.

Inmóvil. No duermo.

Pasan horas y nuestras miradas solo se entrelazan más y más.

Creo entender y al mismo tiempo no sé nada.

No recuerdo cuando llegó.

No recuerdo mi vida antes de esto.

Intento tomar el espejo, destruirlo en mil pedazos.

Pero su voz, aún más gris que su mirada, resuena hasta en mis tripas.

Son siete años de mala suerte. ¿Estás seguro?

Me congelo. Vuelvo a mirarlo. Vuelve a mirarme.

Siento lágrimas diminutas correr por mi cara.

Ya no parpadeo.

Quiero irme. No puedo.

Quiero morirme.

No puedo.

Nos miramos. Nos entrelazamos.

Mi mirada ya ha perdido todos los colores.

Tengo sed. Abro el grifo.

Acerco mi rostro. El agua es un torrente de arena en mis labios. Me asqueo.

Quiero volver a mirarlo. No está. No en el espejo.

Está junto a mí.

Suplico. Lloro. Me desplomo.

Su peso está sobre mí.

Me empuja. Reparo en el golpe en a mi espalda. Trato de avanzar. No puedo.

Siento gris.

Me mira. Lo tengo frente a mí. Entiendo su inmovilidad. Sonríe.

Despierta.

Se levanta. Directo hacia el baño.

Me ignora.

Se baña. Se seca. Se viste. Se marcha.

Vuelve.

Se lava los dientes.

Se marcha

Y yo… yo lo miro gris.

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Diego ArGo

Escribo para encontrarme. Gracias por detenerse en este pueblito que es mi imaginación. @argodiego